Hace unos meses tuve la suerte de conocer a Lorenzo, actualmente director del EOEP específico de atención a los alumnos con dificultades de aprendizaje, de la Comunidad de Murcia. El proyecto de atención a estos alumnos en Murcia ha recibido elogios en todo el país, siendo un ejemplo a seguir en otras comunidades.
Cuando Lorenzo me explicó su historia como disgráfico y disortográfico le pedí que la escribiera, porque es bonito compartir una vida de esfuerzo y éxito como la de Lorenzo.
Aquí os dejamos con su historia.
Montserrat Garcia
Presidenta de Avesedari
Directora proyecto Glifing
"Me piden que os cuente mi historia como alumno
con dificultades específicas de aprendizaje de la escritura, en mi caso con
disgrafía y disortografia.
Me llamo Lorenzo, tengo 54 años y actualmente soy el Director del EOEP, un equipo psicopedagógico que se encarga de atender a alumnos con estas dificultades. No deja de ser paradójico que yo sea el encargado de trabajar para la prevención y la mejora de alumnos que tienen mis mismas dificultades, esto me recuerda el mito del Centauro Quirón del sanador herido, al final el que tiene la herida conoce mejor que nadie la enfermedad.
Me llamo Lorenzo, tengo 54 años y actualmente soy el Director del EOEP, un equipo psicopedagógico que se encarga de atender a alumnos con estas dificultades. No deja de ser paradójico que yo sea el encargado de trabajar para la prevención y la mejora de alumnos que tienen mis mismas dificultades, esto me recuerda el mito del Centauro Quirón del sanador herido, al final el que tiene la herida conoce mejor que nadie la enfermedad.
Empezaré con contaros mi historia personal: entre mis
primeros recuerdos con el espacio gráfico es una imagen en el comedor de mi
casa cuando yo tenía unos tres o cuatro años, (mis amigos dicen
que tengo memoria de elefante) y yo hago uno de mis primeros dibujos, era una
cereza (guinda con rabo) y al enseñársela a mi madre, me dice… "anda que sartén más
chula"… yo empecé a decir que no era una sartén si no una cereza y ante la risa
de los adultos que allí estaban empecé a llorar, pues no veían lo que yo quería
expresar, fue mi primer choque contra el espacio gráfico y sobre mi dificultad
para expresar lo que yo quería… luego tengo recuerdos de cómo rompía la punta
de los lápices de tanto apretarlos y de que incluso rompía los folios pues
atravesaba el papel con la punta de los lápices, y que hacia tachón sobre
tachón y que de tanto borrar agujereaba el papel pues lo gastaba con el
borrador haciendo agujeros… así como la olor a borrador , aun la tengo dentro
de mi nariz.
Posteriormente tengo el recuerdo de cómo dibujaba las
letras, para mí las letras eran como un dibujo más que había que copiar, no podía
hacer los enlaces entre letras, y las propias letras las
hacía en dos o tres
trazos, aun ahora algunas las hago así, sobre todo algunos número, como el 5
que lo hago empezándolo desde abajo y con tres trazos. Como las eles en un
palote y luego la barriga como yo le llamaba a esas partes de la b o de la l.
Nadie entendía mi letra, a veces ni yo mismo, la
verdad, y me decían cosas como que parecían patas de araña, o que si era árabe o
chino, además los renglones aunque estuviera en libretas de línea, terminaban
por irse para abajo… mis renglones caían en picado como la bolsa… el terminar
no me quedaba sitio para el renglón, eso de que si no te cabe una palabra se le
hace un guión y se termina abajo, para mí era un suplicio… ¿Cómo se puede
partir una palabra en dos? Como una carnicería, así que yo escribía lo que no
me cabía arriba o abajo y partía la palabra por la consonante, o partía las
trabadas por la mitad… para mí, si se partía… pues se partía…
Además cada grafo iba para un lado… es decir, que mis
consonantes altas b, d, l, t, la parte de arriba de la f, ch, h, k, (las
altas le decía yo) unas iban para la izquierda y otras para la derecha, igual
me pasaba con las que yo llamaba las bajas : f, g, j, p, q, y, me costó años
hacer una letra cursiva en la que todas fueran con la misma inclinación… por
no hablar de los palotes de la t, o los puntos de las íes o jotas, que eran un
suplicio… o los acentos… uf! que lío… y para qué lado hacerlos…
El espacio gráfico era un caos y la escritura una
tortura… como se coge el lápiz… como se mueve…. Poco a poco fui
avanzando, hice el antiguo bachiller de 6 años, más el COU, en el instituto yo
era un alumno tímido y ya tenía una escritura fluida pero ilegible, por lo que
empezaron a ponerme aprobados por los pelos… pues decían que no me la
entendían… entonces empecé a aprender a escribir en letra de imprenta, que al
no estar unida me era más fácil hacerla legible, pero era más lento para
escribirla (yo le llamaba mi letra limpia o de los Domingos), a la vez aprendí
las reglas de ortografía, aunque era incapaz de aplicarlas mientras escribía,
así que primero en los exámenes escribía en media hora con mi letra caligráfica
irreconocible y luego en la última media hora la pasaba a limpio, y le aplicaba
las reglas de ortografía, eso hizo que no me bajaran mucha nota pero claro era
muy lento y solo llegaba al 6 o al 7, aunque era mejor que el 4 y pico y 5 de
antes.
Mis profesores, los que mostraron algún interés por
mí, vieron que si me preguntaban algo en clase oralmente yo era bueno, incluso
creativo o brillante pues daba respuestas poco usuales, yo por ese entonces
leía mucho, pues he de decir que mientras siempre tuve problemas con la
escritura nunca los he tenido con la lectura, que era mi mundo favorito, llegué
a leer dos libros diarios… y no exagero… era un auténtico lector experto y me
conocía la mayoría de los libros de la biblioteca municipal, muchos de ellos
muy por encima de mi edad, eso hacía que tuviera conocimientos por encima de
mis compañeros y de cosas que no se daban en la clase normal. Entonces
esos profesores me decían que por qué en el examen no sacaba más nota y yo les
explicaba que era porque primero tenía que hacerlo en sucio y luego
transcribirlo a limpio… pero nunca me dieron más tiempo o me dejaron
leérselo o me permitieron un examen oral, pues decían que los inspectores no
les dejaban, y si volvía a hacerlo en sucio volvía a bajar de notas… pues me
quitaban puntos por faltas de ortografía o por que no era legible.
Mi madre era una mujer muy educada y luchadora y fue
en muchas ocasiones a hablar de mí, le decían que era buen alumno…
que tenía muy buena memoria, sobre todo de lo que se decía en clase, pero
que mi letra era irreconocible y que yo tenía muchas faltas de ortografía y que
debía leer más, mi madre les aseguraba que yo me tiraba el día leyendo, pero no
le creían por mis faltas de ortografía.
Entonces me regalaron una Olivetti por idea de mi
abuelo Antonio, que había sido interventor de banco y me enseñaron
mecanografía… para mí fue todo un descubrimiento, pues podía escribir “en
limpio” y rápido. Fui creo el primer alumno de mi instituto en llevar los
trabajos a máquina, además se daba la contradicción de que escribiendo a
máquina ya no cambiaba letras, eso sí, tenía las faltas de ortografía, pero al
menos mi letra ya la podía leer cualquiera. Y aunque mis profesores me alababan
por ello, cuando les propuse llevar la máquina a clase, me dijeron que no era
posible, que molestaría con el ruido y que un tal “inspector” no les dejaría…
yo no sabía quién era ése, pero supe que no entendía lo que a mí me pasaba. La
máquina de escribir era mi aliada, pero no me servía en los
exámenes, que tenía que seguir con mi letra del domingo… Tampoco me dejaban
hacer exámenes orales, por lo mismo de ese tal inspector y que no se podía
luego saber si estaban bien o mal… yo les propuse grabarlos… yo tenía un
magnetófono… y me dijeron que eso tampoco valía... que tenía que mejorar mi
letra… pero eso como se hacía? , me llegaron a suspender lengua y literatura,
con un 7,5 por la letra y las faltas… mi madre les preguntó que qué tenía que
estudiar y le dijeron que nada, que hiciera copias y dictados y “Cuadernos
Rubio”, los de esos cuadernos debieron hacerse ricos conmigo… yo ya no sé
cuántos hice a lo largo de mi escolaridad… pero sé que no miento si digo que
cientos… en Septiembre me aprobaron cuando llevé una pila de cuadernos… pero
todo siguió igual. Así fuí pasando el instituto, cada vez con menos
autoestima por mis estudios, cada vez más metido en mi lectura y en mis mundos
de fantasía y sin entender por qué si era bueno en clase luego no tenía buenas
notas… pero bueno… he de decir que tampoco es que yo estudiase mucho entonces,
no me interesaban las cosas una vez que ya las leía y las comprendía y no
entendía por qué tenía que memorizarlas.
Llegó la Selectividad, no recuerdo bien las notas… sé
que un aprobado justo, porque me habían bajado un montón las notas de las
asignaturas de redactar por mis faltas de ortografía y porque tenía que
pasar a limpio en el propio examen para que fuera legible. Al final la aprobé
por las notas de ciencias que no tenía que exponer nada casi por escrito, y por
mi media del bachiller que me compensó… si no, no habría podido pasarla y no
estaría ahora aquí defendiendo a los que no tienen voz para ello, los alumnos y
alumnas con dificultades para el aprendizaje.
Pasé a la Universidad y yo no era muy consciente aun
de mis problemas, hasta que en psicología un profesor al ver uno de mis
exámenes, me dijo, tú lo que tienes es una disgrafía disortográfica… yo empecé
a leer lo poco que había entonces de aquello, hace unos 36 años y me di cuenta
de que eso que a mí me pasaba tenia nombre y no era por leer poco ni por no
esforzarme en escribir mejor. En psicología tuve la suerte de que a partir de
segundo se pusieron de moda los exámenes tipo test, que fueron mi salvación y
los trabajos que me dejaban entregar a máquina y en los que podía expresar mi
parte más creativa respecto a mi forma de ver las asignaturas….
Finalmente en mi posición a la comunidad autónoma…
volví a tener suerte, pues el primer examen fue tipo test… y arrasé… y en el
segundo examen eran supuestos prácticos que luego había que leer y defender de
forma oral… con lo que saqué el número uno de mi oposición.
Y este es en resumen mi historia, que me han pedido
para de alguna forma ejemplificar como a pesar de todo y en una época sin
ayudas de ningún tipo, pude, en parte por el apoyo de mi familia, en parte por
las estrategias intelectuales de compensación y en parte a los hados,
llegar a mi lugar actual en la vida y como curiosamente ahora soy una de
las personas que pueden defender los derechos de las personas con dificultades
del aprendizaje en el sistema educativo.
Lorenzo Antº Hernández Pallarés"
Entiendo tu caso, pues es el mío, pero yo no pude llegar a la universidad y ahora despues de dejar de estudiar por mucho tiempo. Decido volver a estudiar un grado superior me aterra la idea de escribir. En realidad tengo una caja llena de libretas con historias, mis novelas, pero solo las entiendo yo y mi mejor amiga. Ella dice que estan escritas en idioma laura
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